Diario El Día destacó la fuerte ligazón entre Magdalena y Estudiantes de La Plata
Del último tiempo a esta parte resulta imposible disociar a Estudiantes de la localidad de Magdalena. Y es que de los 9.294 habitantes que arrojó el censo en dicha ciudad, cinco han llegado al León, donde terminaron de formarse como profesionales para así dar sus primeros pasos en sus respectivas carreras.
El primero de ellos, y quien marcó el camino a seguir para los demás fue Guido Carrillo. El delantero llegó a Estudiantes en Infantiles, luego de comenzar en el Centro Recreativo Integral de Magdalena, hogar también de los primeros piques de Francisco Apaolaza y Matías Pellegrini.
De los exponentes del CRIM, Carrillo fue quien más partidos jugó con la camiseta Albirroja. Entre 2010 y 2015 disputó un total de 141 encuentros en los que marcó 42 goles. Su gran irrupción en el León le valió el salto al Viejo Continente, donde ya tuvo pasos por el Mónaco, el Southampton, Leganés y actualmente en Elche.
Reincorporado al León hace apenas algunos días, Matías Pellegrini también llegó proveniente del CRIM de Magdalena, en etapa de Infantiles. Y si bien comenzó como delantero, logró adaptarse al puesto de extremo por izquierda, con el cual consiguió su mejor versión en la Reserva, para luego irrumpir en la Primera División. En su primer paso por el Pincha, jugó 30 partidos y marcó 6 goles, lo que le significó su venta al Inter de Miami de la MLS.
Francisco Apaolaza es otro de los que dejó sus recuerdos en el CRIM para llegar a Estudiantes también en edad de Infantiles, y también debió modificar su juego. El hoy punta del León inició como volante por derecha y luego se ubicó dentro del área, como número “9”. Y si bien le costó la adaptación a Primera, tras algunas salidas a préstamo regresó al club mucho más maduro, se ganó su lugar y fue titular en el estreno con triunfo, con dos de los tres goles ante Sarmiento en Junín. En total lleva 27 partidos con la camiseta Albirroja, con 5 tantos convertidos.
Quizás el caso menos recordado sea el de Emiliano Ozuna, que llegó a Estudiantes 12 años atrás con edad de pre-Novena, luego de muy buenas temporadas en la Asociación Magdalenense de Fútbol de los Barrios (AMFAB). El delantero de 25 años no tuvo la mejor de las suertes en el León, donde sólo jugó tres partidos, todos en 2015, con Gabriel Milito al frente del equipo.
El último en cumplir con el camino ya bastante transitado entre Magdalena y City Bell fue Franco Zapiola, quien debutó en el estreno de la Liga Profesional ante Sarmiento. Hijo de Edgardo, quien también jugara en el Pincha sin mayor suerte, nació en febrero de 2001 e hizo infantiles en AMFAB. Gracias a su padre, que también fue su entrenador, tuvo su primer contacto con el Pincha. Llegó para iniciar las Inferiores y en sus primeros años fue parte del plantel de Liga Metro. Poco a poco y hasta un 2021 que lo tendrá para siempre en su memoria, se fue ganando un lugar. Debutó en Reserva en marzo, en junio se sumó a la pretemporada con Primera y apenas unos días después, el 15 de julio, llegó la firma del primer contrato profesional. Su gran año lo coronó con el estreno en Primera con la camiseta del León.
Pese a todos los exponentes mencionados, la historia de amor entre Estudiantes y Magdalena podría escribir varios capítulos más. De hecho, actualmente se encuentra en las Inferiores del León otro producto de la ciudad que el Pincha ya siente propia. Se trata de Dylan Domínguez, lateral izquierdo que juega en la Quinta División que dirige Pedro Verde y que sueña con seguir el mismo camino que Carrillo, Pellegrini, Apaolaza, Ozuna y Zapiola. Los antecedentes le juegan a favor.
“ALGO HAY EN EL AGUA DE LA CAÑADA”
Alberto Méndez ha sido un nombre importante en la carrera de Carrillo, Apaolaza y Pellegrini. Siempre vinculado al CRIM, dirigió a los tres en sus comienzos, y aún hoy recuerda lo mucho que se destacaban, no sólo por su fútbol sino por sus actitudes.
“Los tres tenían la misma característica: eran tremendamente competitivos, tremendamente responsables. Jamás faltaban a un entrenamiento. Los tres, en los últimos dos años del fútbol infantil de CRIM, lo hicieron compartiendo con Estudiantes. Pero jamás faltaron a un partido de CRIM hasta el último día que jugaron”, le explicó a este matutino antes de que lo abordaran los recuerdos.
“Guido no podía ser otra cosa que 9. Una tradición familiar. Al abuelo materno le decían ´Erico´ Mayora. El gran Raúl Mayora. Un jugador del viejo fútbol chacarero de acá de la zona. Muy, muy reconocido. Un goleador tremendo”, remarcó. “El papá de Guido hizo Inferiores hasta Cuarta o Quinta en Independiente. Y una lesión en la rodilla lo marginó del fútbol. Pero era también goleador. Gran jugador Marcelo. Y él de chiquito era un goleador letal. Tenía 5 o 6 años y definía como un jugador grande. Tenía una precisión tremenda para definir. Nunca hacía una de más. Eludía a uno, enfilaba para el arco, y los compañeros ya se daban vuelta para volver porque era gol seguro de Guido”, completó.
“A Pancho lo hicieron 9 en Estudiantes. Pasó muchos años de Inferiores jugando de volante por derecha. Una dinámica bárbara. Era alguien que le gustaba entrenar a morir. Exigente. Cuando era chiquitito, si llovía y se suspendía el entrenamiento, los papás tenían que llevarlo al CRIM a que él viera con sus ojos que no había entrenamiento. Él decía que tenía el compromiso y que tenía que ir a entrenar”, recordó. “Arrancó de muy chico, jugando en la ´96. Él es ´97 pero arrancó en la ´96. Y se destacaba. Me acuerdo que era muy chiquito y era el único al que no había que ayudarlo ni a atarse los cordones. Él era autosuficiente. Se ponía los botines, se ataba los cordones, canillera, todo. Ya era súper responsable”, agregó.
“Mati creo que arrancó a los tres años. Y después jugó con la categoría más grande, con la ´99 el Torneo Esperanza. Jugó un par de años más para la ´99 hasta que un día me dijo que quería jugar con los compañeros de él, que eran los 2000. Y empezó a jugar en la categoría que le correspondía por edad. Salió campeón. Realmente daba gusto verlo jugar”, sostuvo. “Siempre digo que nunca vi a un goleador tan tremendo como Guido. Con su categoría ganaron siete torneos. Pero no vi un chico como Matías en casi 35 años que llevo en el fútbol infantil. No vi un chico tan completo. Iba en contra de lo que decían los libros, de que un nene de determinada edad no podía hacer tal cosa. Había cuestiones que supuestamente por su edad no iba a poder hacer. Y él podía todo”, describió.
Lo cierto es que ahora tres productos de la ciudad compartirán plantel en el Pincha, algo inédito que llena de orgullo a toda Magdalena. ¿La razón?: “Algo hay en el agua de la cañada, como decían los viejos. El agua de Magdalena debe ser agua fértil para que crezcan jugadores”, bromeó Méndez.
Fuente: El Día